Uno de los preceptos del yoga es que sus practicantes deben acabar por alcanzar la la unión entre el alma individual y Dios quienes sean religiosos, la percepción de su yo etéreo y no corpóreo para los espiritualistas o el simple bienestar físico y psicológico para los ateos. No tenemos ni idea de cual es la postura de la alemana Jordan Carver con respecto al mundo de lo intangible, pero desde luego sus posturas corporales en esta galería en la que la imponente teutona (34 triple D, válgame el Señor) aparece practicando meditación sí que le acercan a uno a Dios, al yo del interior y al ello de allí.
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