Lo que a finales de los 80 parecía una idea de bomberos es hoy una categoría imprescindible para entender el porno moderno: castings porno. O esa serie de entrevistas en la que el propio director se ponía en el pellejo del entrevistador para examinar en profundidad a las aspirantes a actriz porno. La idea —trasnochada en aquel lejano momento— era Casting X, obra de Pierre Woodman que con los años se convirtió en el top seller de Private y una de las franquicias más explotadas de la historia del cine para adultos. La explotación llegó a tal punto que no existe productora en el mundo que no haya desarrollado la misma idea con pequeñas o grandes variantes. Algunos ejemplos serían los de Czech Casting (con aspirantes a modelo 100% reales que acaban follande delante de la cámara), Backroom Casting Couch (lo que se supone que ocurre en la habitación de las entrevistas de trabajo), Brutal Castings, Fake Agent, y un inacabable etcétera. Resumiendo, audiciones que van desde la típica entrevista que acaba con el entrevistador felado hasta una primera entrevista en la que una dulce muchacha acaba realizando sexo anal, o donde otra, nos revela (y que, obviamente, lleva a cabo con los entrevistadores) su capacidad para la doble penetración. Lo dicho, lo que parecía una marcianada no solo se ha convertido en un referente, también deberíamos afirmar que con el género de las audiciones estamos ante la mayor fuente de talento de la industria.