Porno corridas, finales felices húmedos y todos esos vídeos con la eyaculación masculina como protagonista: corridas en la cara, corridas en la boca, en la tetas, en el culo, en los pies, en los ojos y en cualquier lugar del cuerpo que se precie. Corridas que a menudo se asemejan a ritos y donde casi nunca hay penetración, solo felaciones y bukkakes a modo de colofón. Con esto último me refiero a lo que se conoce como blowbang y que no es más que un ramillete de pollas que explotan de amor después de que una señorita las haya encerado debidamente. No olvidemos tampoco que, como todo subgénero, las corridas tienen sus propios héroes —¿deberíamos llamarlos villanos en este contexto?—: Peter North, Brandon Iron y sus espectaculares orgasmos, el eyaculador anónimo que se esconde tras Made in Canarias u ordeñadoras que, como Rachel Starr, extraen hasta la última gota de cojones de alto rendimiento.
Y Japón, ¡ay! Hablar de corridas es hacerlo de esa fijación que existe en el país del Sol naciente por el esperma, con sus vídeos de mujeres recibiendo copiosas dosis de semen y compartiéndolo como si fuera zumo de piña o de esas extrañísimas competiciones de lanzamiento de esperma que, como su nombre indica, se lanza una corrida con el objetivo de que llegue lo más lejos posible. Dicho todo esto, ponte cómodo e intenta no mojarte.