A lo largo de la historia los masajes se han utilizado tanto con fines médicos como por su práctica erótica y sexual, pero nunca antes se había explotado como viene haciéndolo el porno en estas últimas décadas. El masaje porno —o con final feliz, si se quiere— ha llegado al mundo de las tres equis para quedarse en sus dos modalidades (hombre masajista trabajando cuerpo de mujer o el de masajista fémina con manitas de santa) y toda la ristra de variantes: Milking Table (en una cama con glory hole horizontal), Nuru (masajeando con el propio cuerpo), masajes eróticos a cuatro manos (eufemismo para referirse al gran pajote), squirt… No es casualidad que además de los subgéneros hayan aparecido infinidad de productoras dedicadas a manosear cada milímetro del cuerpo con tal de lograr el ansiado orgasmo. Little Mutt, FuckedHard18 y Hegre Art son tres buenos ejemplos, y no solo para entender el porno de nuestros días sino para dar fe que una correcta manipulación del cuerpo y el tejido muscular es sinónimo de bienestar.