La religión puede llegar a reprimir tanto los deseos carnales y sexuales que, cuando estos se desatan, lo hacen con una virulencia desmesurada en ocasiones. Así es el caso de esta monja, que ha alcanzado un estado de necesidad sexual tan extrema, que acaba dejándose penetrar el culo y el coño a la vez por dos tipos desconocidos. Y es que a esta monja pelirroja le faltó tiempo para quitarse el hábito y para ponerse mirando para cuenca para que le den bien fuerte.