La promiscuidad campa a sus anchas en el mundo swinger, por lo que nos parece una elección de lo más acertada para disfrutar del máximo placer sexual. Así lo entienden estas parejas de maduritos, que se intercambian entre ellos para añadir un poco de sal y pimienta a los encuentros sexuales, puesto que la monotonía es una gran enemiga de las relaciones de pareja.