Los italianos tienen la sangre tan caliente como los españoles, de ahí que las correrías sexuales se den con mucha frecuencia en el país transalpino. De ahí que a un chulo italiano no le importe que su escultural mujer se folle a una jovencita delante de sus narices, si él también participa en el festín sexual follándose a ambas hasta correrse en sus fauces.