Nonos extraña que el gran director italiano Mario Salieri la convirtiera en su actriz porno fetiche. Y es que la húngara Monica Roccaforte estaba como un tren; ese rostro entre pícaro e inocente, sus tetas naturales perfectas y su desparpajo a la hora de copular antes las cámaras hacen que, a día de hoy siga siendo recordada, y es una suerte que haya un buen puñado de escenas inmortalizadas de este gran mito del porno.