He aquí un ejemplo de que la fogocidad sexual no está reñida con la edad; si no, vean a esta abuelita comiéndole el rabo a su pareja de manera concienzuda. Se la mete en la boca y le succiona la polla hasta sacarle todo su jugo, y tragárselo a modo de tentempié matinal. Sin duda, una gratificante actividad para empezar el día con energías renovadas.