Antiguamente eran muchos los padres que llevaban a sus hijos, ya mayores de edad, de putas para que se iniciaran sexualmente, pero es una tradición que se ha perdido paulatinamente porque hoy en día se considera un acto despreciable, puesto que los nuevos adalides de la moral afirman que todas las prostitutas están sometidas, algo fácilmente rebatible. En definitiva, el trabajo de escort es tan digno como otro cualquiera o más, y perder la virginidad con una profesional como la espectacular protagonista de este vídeo no tiene la menor connotación negativa.