Hazel Moore está rica por donde se mire; su piel blanca y sus orificios rosáceos vuelven locos a los aficionados, que se quedan embelesados con el aire virginal de tan bella damisela. Pero ya saben que su aspecto cándido no tiene nada que ver con su gran capacidad para practicar el sexo anal, con un culete muy receptivo, cuyo ojete me recuerda a la banda de rock A Perfect Circle, puesto que es una esfera perfecta.