El culo de Kelsi Monroe raya la perfección; amplio, excelso, de formas perfectas, turgente, tentando y poderosamente hopnótico. Además, a menudo tiene hambre, lo que es una suerte porque un megaculo de esa hermosura sin espeleólogo que lo transite es un completo desperdicio. Tampoco olvidemos el rostro de esta diva de nuestras fantasías más tórridas; el rostro siempre risueño de la compañera perfecta de correrías sexuales.