Nada mejor que una madrastra experimentada y caliente para iniciarse en el sexo cuando los deseos carnales se vuelven incontenibles. Así le ocurre a este jovencito, que no puede evitar sentirse atraído por la voluptuosidad de su madre adoptiva. Lo bueno es que tiene la suerte de que una tarde afortunada la pilla la mar de cachonda y en lugar de tomarse el café de a media tarde se meten en la cama a hacer todo tipo de guarrerías.