Las curvas abundantes de esta gata en celo son directamente proporcionales al descomunal apetito del que hace gala. Esas curvas generosas no se alimentan solas, por lo que la muchacha sigue una copiosa dieta de rabos a pares como desayuno, almuerzo y cena. De hecho, para ella es un placer atiborrarse de carne magra por cada orificio de su cuerpo.