Las cifras son demoledoras: llevamos más de un centenar de Diosas ancestrales recopiladas en los últimos cuatro años (daría para hacer un libro de fotografías increíble) y, si no me equivoco, solo tres de ellas son negras: Pam Grier, Sylvia McFarland y la mestiza Margaret Wallace. Creo que el contexto histórico está de nuestra parte y nos sirve de excusa aquello de que en ciertas décadas la minorías raciales no gozaban de visibilidad en ningún campo, ni siquiera en el erótico. Por suerte hay honrosísimas excepciones y hoy podemos añadir otra a la colección: Veronica Diemen fue una pin-up afroamericana que tuvo sus momentos de gloria en los setenta y principios de los ochenta y que estaba con un condenado tren.
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