Las escenas veraniegas de piscinas y bikinis siempre son mucho mejores cuando la protagonista posee curvas de las que ponen a prueba el sistema coronario del espectador. Una de esas mujeres es sin duda Shae Summers, que casi pone a prueba nuestra credulidad con un cuerpo natural que roza lo imposible en todas sus facetas (sí, ya lo sé: menos los dientes). Sigue faltándole ese punto de pasión y sigue abusando de una mirada vacía y unos gestos robóticos, pero con esas medidas se gana la atención por aplastamiento.
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