Lo cierto es que la imagen de la novata Gia Dibella no transmite demasiada distinción, sino que más bien tiene la apariencia de una choni con escasas entendederas y con las hormonas revueltas a sus recién cumplidos 19 años. Quizás esa imagen y ese carácter alejados del glamour y la sofisticación es un factor que influye en el hecho de tener pocos reparos a la hora de someterse —en los inicios de su carrera— a numerosas embestidas anales y a las fechorías sexuales de un pérfido como Hoby Buchanon. En definitiva, tenemos chica nueva en la oficina con una morbosa inclinación a que le quiten el pavo juvenil a polvazos vía anal.
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