Una regla no escrita de todas las producciones de Greg Lansky hasta hace poco era su aparente fobia a los tatuajes. Empezó directamente por no trabajar con starlets tatuadas, pero su tremendo éxito le obligó a flexibilizar un poco ese criterio al invitar a su plató a pornstars de alta popularidad que sí presentaban dibujitos en la piel. A menudo intentaba disimularlos con piezas de ropa estratégicamente situadas, y en el caso de las galerías de fotos incluso echaba mano del Photoshop para no dejar ni rastro de tinta.
Esta semana, no obstante, ese criterio parece haberse roto para siempre: Tushy acaba de publicar el primer anal de la señorita Leigh Raven, una de las más tatuadas de la industria (hasta niveles que era imposible disimular) y también un bellezón espectacular que hace poco se unió a la moda, muy celebrada por aquí, de las cabezas rapadas.
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