Un chino llamado Christopher Sun es actualidad en los medios porque afirma haber creado la primera película porno en 3D: Sex & Zen Extreme Esctasy. Y, a pesar de que muchos desinformados le ríen la gracia, nosotros os aseguramos que es mentira cochina. El porno en 3D existe desde principios de los 70, cuenta con unos cuantos títulos y de hecho, lleva unos años de vuelta entre nosotros (acordaos de Los Cazafantasmas XXX en 3D). En este artículo vamos a demostrar que no es, ni mucho menos, la primera y a repasar la historia de este peculiarísimo subgénero.
La tenología para ver películas en tres dimensiones existe desde los años 20. Sin embargo, no fue hasta los años 50 que se le encontró viabilidad comercial. La televisión, de reciente aparición, llenó de terror el corazón de productores y exhibidores. ¡El cine en casa! Entre los muchos reclamos que tuvieron que idear para volver a traer al público a las salas, la promesa de una experiencia tridimensional, en la que los objetos salían de la pantalla y casi amenazaban con llevarse por delante al espectador, fue una de las más exitosas. Pero como suele pasar en América, salieron tantos títulos de golpe que en apenas tres años la gente se había cansado de la novedad. Además, cuando se vio que el respetable seguía acudiendo al cine a pesar de tener una tele en la salita, se abandonó en su casi totalidad la exhibición comercial de estas películas: el tener que usar dos aparatos para proyectar un film en 3D suponía una dificultad y gasto adicional poco atractivo para el dueño del teatro.
La moda tuvo un revival a finales de los 70 y principios de los 80, de nuevo al servicio del cine de género más oportunista, con cosas como Tiburón 3D o Viernes 13 3 en 3d. Revival que que aquí nos perdimos, pues fueron proyectadassin el efecto necesario (lo de Pesadilla VI ya vino en los 90 y solo durante 20 minutos, que les veo venir). Y el porno, que nunca ha perdido comba de las tendencias del cine convencional, también se apuntó al carro. Los espectadores se tuvieron que poner las gafas esas de las narices para admirar vividamente las aventuras carnales narradas en Lollipops girls in hard candy, protagonizada por el grandísimo (en varios sentidos) John Holmes. Es una torpe comedia de más de dos horas de duración sin otro valor que la falsa tercera dimensión y las “cualidades interpretativas” del hombre de las tres piernas.
El experimento continuó con Disco Dolls, (o Blonde Emanuelle), un delirio 70s que contaba con un estupendo reparto: de nuevo John Holmes, esta vez acompañado de la latina María Tortuga y la anazona rubia Serena. Como Boogie Nights pero sin ironía: una serie B erótico-festiva totalmente de su época. Música disco, matojos peludos y el añadido de las tres dimensiones fueron suficientes para convencer al público. Con el paso del tiempo de ha convertido en un título de culto, que cuenta con una estupenda edición en DVD con multitud de extras.
Parecía que la cosa funcionaba relativamente bien, así que aparecieron varios films con este gimmick: The Starlets, Prison Girls, Menage-a-Trois… Como veis aquí, hubo cantidad y variedad de porno en 3D para disfrutar en el cine: desde títulos europeos como The Chamber-Mades (con la tetonísima Ushi Disgard) a porno gay como The Manhold. De todo y para todos en un puñado de títulos que se repartieron a lo largo de la década disco. Pero al igual que el mainstream 3D, el grifo se fue secando: los beneficios nunca fueron espectaculares y el reclamo terminó por ser aburrido.
En los 80, al comenzar a rodar en vídeo, la práctica cayó en el olvido al comprobar el nefasto resultado de intentar convertir este formato a la estereoscopia. Sin embargo, hubo al menos un par de intentonas: Princess Orgasma and the magic bed (en España “La cama Mágica, con Nina Hartley) y Roll-X-Girl. Ambos VHS incluían un par de gafas de cartón para su disfrute, y por lo visto, el efecto estaba muy poco conseguido.
En los 90 nadie apostó por el formato. Tuvo que ser James Cameron y la dichosA Avatar. Ante la avalancha de producto que se acumula en las estanterías (o en los discos duros) cada mes, Wildlife Productions ha decidido rescatar el gimmick de la dimensión añadida gracias a tonos verdes y rojos. El resultado, Screw my wife please in 3D. Un título de larga duración con 3 discos que promete emociones sexuales tresdé. Al igual que en los 70, el invento se convirtió en una alternativa para hacer destacar una película. Tommy Gun probó suerte con su Cummin’ At You, y desde entonces, aparece alguna película de vez en cuando: Oral Servitude in 3D, Porn Star Fantasies…
Visto lo visto, y con algunos años con la moda en funcionamiento, no parece que la cosa vaya a ir a más que algún título esporádico a modo de curiosidad. Rodar en 3D encarece un presupuesto que ya sabemos no suelen ser muy holgados. A las TVs con opción 3D aún les queda un largo camino para convertirse en un estándar viable, si es que alguna vez lo consiguen ser, así que este tipo de porno quedará como eso: como una curiosidad puntual. Curiosidad, eso sí, con una tradición que se remonta a los 70. Por mucho que el señor Christopher Sun se empeñe en ello. Los que tengan curiosidad ya saben por donde tirar. Eso sí: pocas cosas debe de haber más ridículas que alguien pajeándose… con las gafitas de colores puestas.
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