El pasado viernes Stoya escribía un curioso artículo en Slate explicando lo que el porno puede enseñarnos sobre cuarentenas y confinamientos. La pornstar, ya semiretirada, se encontraba hace unos días trabajando en una obra Off-Off-Broadway en Manhattan, y explicaba lo que le sucedió cuando tuvo que tranquilizar a un compañero desesperado tras anunciarse un posible cierre de la compañía y la consecuente pérdida de libertad social de la que hablan los medios. Stoya, decía en su artículo, que «como pornógrafa estoy acostumbrada a las moratorias (así llamamos a las cuarentenas) que la FSC (Free Speech Coalition) exige cuando aparece un positivo en un análisis de enfermedades de transmisión sexual. La cuarentena puede durar un día o semanas. Dado el volumen de pruebas que se hacen yo ya espero un parón cada 18 ó 24 meses. Creo que mi comunidad tiene alguna experiencia en el tema que puede ser útil para otros que luchan con la incertidumbre que están viviendo por primera vez… La primera vez que me sucedió escribí sobre mi miedo y eso ayudó. Afectó en todos los aspectos de mi vida: mi novio de entonces se puso condones en los dedos para estimularme digitalmente porque nos dijeron que los pequeños cortes en los dedos podían ser un punto potencial (aunque raro) de transmisión del VIH. Por supuesto, esa primera moratoria no fue la última. La incertidumbre económica se hizo más fácil de manejar; aprendí a mantener ahorros para poder salir adelante si se interrumpían los rodajes. Y ahora, como propietaria y directora de una productora, sé que tengo que guardar unas semanas de contenido antes de lanzarlo. También aprendí que algunas cosas están simplemente fuera del control, así como la importancia de relajarse y concentrarse en lo único que uno puede controlar», sentenciaba Stoya.
No sé si la lección dada por Stoya pueda servirnos de consuelo pero de lo que estoy seguro es de lo útiles que pueden ser sus vídeos en el jodido confinamiento que nos toca vivir. Así que Stoya, gracias por tus consejos así como por tu porno.
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