Los problemas nutricionales de esta galesa de ojazos azules son su bendición: en una misma mujer tenemos sus dos variantes que se van alternando con los años, la Sophie Dee curvilínea pero armoniosa, y la Sophie Dee de medidas hiperbólicas y carnes abundantes. Ambas sirven al mismo propósito: reivindicar a la pornstar que coquetea con el subgénero BBW pero no llega a abrazarlo, la mujer que convierte a los escépticos defensores de la delgadez o que como mínimo les hace cuestionarse sus gustos ante la tesitura de ver como una «gorda» o «rellenita» les pone el palito del amor más tieso que la torre Eiffel. Los demás por otro lado, encantados con ella.

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