Que Chloe Lamour sea extremadamente pervertida y asombrosamente curvilínea es una combinación explosiva que permite a la eslovaca llamar la atención de las productoras más “hardcorianas” y, por supuesto, de un público ávido de voluptuosidad femenina y de sexo duro sin contemplaciones ni arrumacos ni medias tintas. De hecho, Chloe se maneja a la perfección con cuatro maromos con la sangre galopando en sus entrepiernas, y se las ingenia para que ninguno de esos falos erectos se aburra durante la dura contienda sexual.

Comentarios