Cuando Marina Visconti llegó al porno demostró que no se trataba de una de tantas bellezas rusas que rara vez llegan más allá del circuito europeo: con su inglés macarrónico, sus tetazas naturales, su rostro de muñeca y su carisma cada vez más desarrollado logró una dimensión internacional y trabajó a ambos lados del Atlántico hasta que este verano descendió sus pulsaciones porno y no sabemos a ciencia cierta si sigue en activo. Insustituible, quizá, pero no perdemos nada por intentar proponer a su heredera espiritual: Ariel Temple, también conocida como Katarina Muti, ya pasó por aquí hace unas semanas, pero hoy queremos contemplarla en otros registros. Porque la señorita de San Petersburgo tiene, sin duda, mucho potencial.
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