Creo que la última vez que tuvimos a Siri entre nosotros ya os explicamos un poco su historia de fidelidad a prueba de bombas, de maridos complacientes y de una vocación que su cuerpo, morboso y abundante, le pedía desde siempre: trabajar en el porno. La industria americana tiene muchos problemas, pero la accesibilidad no es uno de ellos: con esas tetas, ese culo, ese bello rostro y ese hambre de rabo nadie estaría tan loco como para rechazarla, por eso aunque lleva una primavera más relajada, sigue sacando escenas con regularidad.
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