La mejor fiesta del año para todos esos locos obsesos sexuales que corremos por ahí. Todo tipo de voyeurs, exibicionistas, degenerados, psicópatas, fantasiosos desbordantes, y demás, dispuestos a tener un empalme repentino al contemplar a esa niña que va por la calle disfrazada de caperucita roja en minifalda, con esas apretadas nalgas rozándose la una contra la otra a ras de chocho. Si yo fuera el lobo que va con ella, le metía el hocico hasta las entrañas.
Qué jolgorio, que alegría, qué olores más paganos y afrodisíacos se alzan por encima de la muchedumbre que forma la rua de Cardaval!
Por ahí va una disfrazada de la diosa griega Afrodita. La diosa del amor, la diosa del desenfreno sexual. Se le transparentan unos pechos gigantescos, dignos del más obseso. Con qué ganas le quitaba el único velo de su disfraz y me ponía a chupárselos hasta perder la lengua. Se me pone grande y dura como un camión sólo de pensarlo. Oh! Diosa Afrodita! déjame introducirte mi polla y notar en mi barriga el bello abundante de tu coño divino.
Un grupito disfrazadas de cebritas y detrás una gordita de mujer pantera, con unos labios muy rojos y pestañas postizas. Me la imagino arrodillada delante de mí, moviendo la colita y dejándome la polla de color carmín factor brillante. Las cebritas en fila, mirándonos fijamente y restregándose las tetas y los coñitos por encima de sus suaves vestiditos de rayas blancas y negras.
Qué no falte uno de los disfraces más clásicos y siempre sugerentes. Dos rubitas que parecen sacadas de un video de Play Boy vestidas de enfermeras: el objeto sexual masculino más universal. Ya estoy viendo a una recostada sobre mí en la camilla haciéndome la respiración artificial del lengua a lengua mientras que la otra, con la bata blanca arremangada hasta la cintura, se pone entre sus esponjosos labios vaginales mi termómetro, que está a punto de estallar haciendo salir en un solo chorro toda mi carga de mercurio.
Mi imaginación está a punto de desbordarse al ver pasar a esas dos lolitas cachondas que van de la manita chupando una piruleta en forma de polla. Las dos vuelven sus espaldas hacia mí, y levantándose las falditas con una mano se introducen con la otra la piruleta por el ano. Y después se miran entre ellas y sonriéndose maliciosamente comienzan a devorarse las unas a las otras a morreo vivo, hasta que llegan un par de muchachos disfrazados de centauros y empiezan a cabalgarlas por detrás sin saber que están enculando a una de las creaciones literarias más depravadas del siglo XX.
Pero os voy a decir lo mejor que podéis hacer en la noche de Cardaval. La clave, si queréis disfrutar intensamente, es introducirse en la rua, en el mogollón, cuando ya todos y todas van subidos de tono, y ponerse hasta el culo de rozarse con todas las tías, sea cual sea su disfraz o su máscara. Aprovecharse del ambiente pagano de la fiesta y no parar de sobar y pellizcar tetas. O ir restregándose el paquete contra los culos de las tías en plena orgía callejera, para acabar entre la multitud morreándose a lengua viva y sobándose sin piedad con alguna que vaya disfrazada de caperucita, juana de arco, chiocholina, divine, marilyn monroe, abeja maya, replicante, no importa, todas tienen un polvo en la noche de Cardaval!
La Madre
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