Me apuesto lo que queráis a que cuando Sara Jay debutó en la industria del porno en 2001 semanas después de operarse las tetas, muchos dijeron que no tendría futuro en el mundillo a juzgar por la nada agraciada armonía de su rostro. A lo tonto han pasado ya quince años desde sus primeros rodajes en Las Vegas, y aunque Sara sigue siendo igual de fea que cuando empezó, eso parece haberse convertido en parte indivisible de su encanto, que no es poco.
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