Con Sara Jay es imposible no repetir lo de siempre. Es, bajo todos los criterios, una mujer objetivamente fea, nadie puede refutar esto, y aún así —o quizá gracias precisamente a ello— es también una de las pornstars más morbosas del circuito americano. Sus curvas demenciales son solo parte de la compensación; el otro gran aliciente es su actitud: Sara siempre sabe llevar la iniciativa y ejercer esa fantasía de la vecina o la amiga de tu madre que siempre se te insinúa medio en broma y a la que te encantaría cepillarte.
Sara Jay es toda tuya
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