El de Sara Jay es uno de los casos más peculiares. Ya hemos hablado de ello, pero lo resumo para los profanos: esta buena mujer estudiaba psicología y para pagarse la carrera decidió aprovechar su cuerpo hiperbólico y convertirse en stripper a tiempo parcial. Una noche, mientras trabajaba encaramada a una barra de striptease resbaló y se golpeó fuertemente la cabeza. Ese día decidió dejar los estudios, aumentarse el pecho y convertirse en actriz porno. Y así es como la fea más morbosa de la industria empezó su andadura.

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