Ya podemos declarar formalmente y con todas las letras que el de Ryan Conner es el mejor comeback del año (por encima incluso del de Alexis Texas) y quizá de todo lo que llevamos de década. No se trata solo de un regreso destacable en cifras, tratándose de un espacio de diez años de retirada, sino también por las formas: Ryan ha venido con su hija Dylan Phoenix, está más buena que nunca y sobre todo se atreve a más locuras que antes. La última, un gangbang extremo para Kink donde ejerce de madrastra sumisa.
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