Tiene el nombre artístico más extraño e innecesariamente complicado del porno norteamericano actual, pero su apuesta como pornstar es tan llana, sencilla y sin dobleces como su misma visión refleja al observador: un cuerpo rotundo sin ser la octava maravilla, pero lleno de personalidad en su manera de moverse y en la inclinación de sus curva, y especialmente un culo que si invierte en él está llamado a ser uno de los importantes del negocio. Rharri Rhound regresa a la portada orgasmátrica, no tanto para dar señales de evolución como para decirnos que sigue trabajando en ello. Y bien que hace.
Vuelta al tren inferior de Rharri Rhound
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