Somos los primeros en alabar a Remy LaCroix y en rendirnos a su sensualidad inocente desde el minuto uno en que cruzó las puertas del porno, pero es justo reconocer que después de su regreso nada ha vuelto a ser lo mismo. Remy sigue rodando escenas, pero el encanto juvenil y la efervescencia de la nueva promesa se ha diluido en un estilo de hacer porno que ya no enamora como antes. Sigue siendo guapísima, sigue siendo un estrellas y sigue teniendo un culazo como para ponerlo en un museo, pero escenas como esta última para Buttworks de Vivid demuestran que más allá de eso no hay mucho más.
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