Quien más quien menos, y dejando de lado toda la conspiración con las lentes y las manipulaciones, todos hemos oído hablar alguna vez de actores porno que se han operado la polla. Es su herramienta de trabajo y el tamaño, al menos en este negocio, importa mucho. Se sabe por ejemplo que Lex Steele se cortó un tendón para aumentar la longitud de su johnson, pero el asunto del grosor es algo que no acabamos de comprender del todo. El rabo del difunto Billy Glyde ya era sospechoso, pero creo que el de Shane Diesel roza lo imposible: un mamotreto al que a la mismísima Remy LaCroix, que ha hecho poco menos que de todo, le cuesta trabajo alojar.
Remy LaCroix contra el monstruo de un ojo
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