No sabéis cuánto le debemos a la educación privada estadounidense. Gracias a ella, en 1991 un jovencita morena de un pueblecito costero de Pennsylvania decidió financiarse sus estudios de higienista dental era bailar en salones de striptease. Una cosa llevó a la otra y Lisa Ann, como se hizo llamar profesionalmente aquella jovencita provinciana, terminó por alzarse como una de las pornstars más populares de la historia sin necesidad de escándalos externos a la industria ni líos de faldas. Solo con lo que se ve: ganas de disfrutar y un cuerpo diseñado para ello.
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