Juventud, una mirada cándida y un físico sin señales de haber sido sometido a sesiones agotadoras en el gym. Y es que Jill Taylor parece una chica de a pie, sin curvas imposibles debido a la cirugía, ni un cuerpo moldeado por estrictas dietas alimenticias y mucho ejercicio físico. La naturalidad propia de una cajera de supermercado es precisamente su principal baza; bueno, eso y que se deje penetrar su agujero más recóndito en pantalla, en lugar de dedicar una intensa jornada laboral en cualquier cadena de hipermercados por un sueldo que nunca le permitirá darse demasiados caprichos.
Profanando la inocencia de Jill Taylor
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