Summer Brielle

Cuando se presentó en el porno en el verano de 2010, Summer era lo que muchos pornófilos americanos calificarían de «true ten», un diez absoluto: rubia, guapa, de pecho bonito y unas caderas amplias en un cuerpo esbelto. Aparecía en calendarios, anuncios de cerveza y fue portada en varias publicaciones masculinas.

Pero poco tardaron las mieles de la cirugía, las promesas del bisturí y los neones del quirófano en seducir a la que podría haber sido la nueva novia de América, y en cuestión de meses sus tetas pasaron de una C a una triple G, sus pómulos se llenaron de botox y sus labios doblaron su tamaño a inyección limpia. El resultado fue el que cabía esperar: un físico todavía más apropiado para el porno comercial yanqui y un aspecto mucho más envejecido.

Lo bueno de esta industria es que nada es absoluto, y aunque una alteración física puede hacer que mil fans pierdan el interés, ese mismo cambio puede provocar que vengan otros cinco mil. Ella misma lo admite: «quería un look que fuese imposible de ignorar», y vaya si lo consiguió. Su aspecto y su lascivia la han aupado al estrellato, y ya es una de las pornstars más famosas a aquel lado del Atlántico después de calentar el pasto dedicándose exclusivamente al lésbico durante tres años para hacer un all-in finalmente en 2013 y comer rabos a lo loco.

Su sex appeal es tan efectivo que, dicen las malas lenguas, ese cuerpo y esa cara fueron los causantes de la ruptura entre Alexis Texas y Mr. Pete. ¡Otra cosa más que agradecerle!