Sophia Santi
A pesar de su apellido, los orígenes de Sophia Santi vienen de sitios tan dispares como una madre de sangre irlandesa, alemana y cherokee y un padre de anestros gitanos rumanos. La mezcla, como viene siendo habitual, ha resultado explosiva y absolutamente arrebatadora. Según cuenta ella misma, en el instituto fue un bicho raro a medio camino entre lo gótico y lo punk. Tras aquel período tuvo que mudarse de Canadá a Arizona por el trabajo de su madre, que era modelo, profesión en la que ella daría sus primeros pasos nada más trasladarse. A los 20 años de edad se mudaba de nuevo, esta vez a Los Angeles, para curtirse como modelo y entrar en el terreno de lo erótico y la lencería. El éxito fue abrumador desde el principio, tanto que trabajó con Suze Randall y Penthouse.
Pero no sería hasta 2005 cuando Digital Playground haría su apuesta por Sophia, que aceptaba con cautela debutar en la industria empezando solamente con escenas lésbicas, hasta que al final pasó por el aro y comenzó a rodar con hombres. A su físico espectacular y su sensualidad le acompañan una vida espiritual muy activa y un interés especial por la medicina alternativa, las técnicas de relajación y los tatuajes de inspiración japonesa.