Luna Star
El estigma de ser cubana en Estados Unidos es casi una bendición si se trata de la industria del porno. Luna Star nació en la isla caribeña y se mudó a Miami a los quince años, pero tras una infancia llena de burlas por tener sobrepeso, en Florida no tardó en entender el valioso poder que tenía su físico latino y su acento: a los 18 se operaba las tetas, a los 20 empezaba a trabajar de stripper y a los 23 daba por iniciada una carrera en el porno donde se ha fraguado una reputación muy en sintonía con lo que se espera de alguien de su nacionalidad: ritmo brutal, un juego pélvico estratosférico, un culo bien grande y un carácter apasionado y febril en el sexo.
Amante de los animales, el senderismo, el chocolate, el pollo y el reggae, la cubana parece consciente de que su paso por el porno no será tan rompedor como el de su amiga y compatriota Abella Anderson, una leyenda fugaz imborrable, pero sus planes más a largo plazo y su talento incuestionable le están granjeando el estatus de ser una de las latinas del porno americano que nunca decepcionan.