Kayla Kayden

El apellido Kayden es de los que arrastran una carga de información inconsciente en el pronófilo docto, un resorte mental que genera comparaciones en las que Kayla Kayden no puede ganar: Kayden Kross es la diosa que cazó al travieso fauno francés Manuel Ferrara y lo encerró en su jaula de amor, felicidad y porno semicasero. Kayla tiene difícil competir con las mejillas sonrosadas y los pezones como puntas de paraguas que gasta su tocaya, pero su aportación al porno americano es justo tenerla en cuenta, considerarla y disfrutarla en muchos casos.

Kayla representa un perfil de otro tiempo: rubia, bronceada y con unas tetas operadas de una tamaño, emplazamiento y movilidad fascinantes. No vamos a entrar en tecnicismos quirúrgicos, pero su pecho no sufre el efecto flan por el que muchas starlets tienen dos tetas inamovibles y rampantes, sino que se parece más al tipo de pecho que lucía la inolvidable y de hecho siempre presente Lisa Ann. Dos masas gelatinosas que para nada parecen naturales pero mantienen un atractivo propio y maravilloso. Nunca sabremos si Kayla buscaba algo así de manera deliberada o el dios de los bisturíes lo quiso así por su capricho, pero sus tetas le dan personalidad.

En cuanto al porno mismo, no es una mujer dada a grandes sacrificios físicos: Kayla empezó a ejercer de modelo erótica en 2011, trabajó durante un año y luego se tomó un largo receso de otros tres años hasta su regreso, esta vez a la industria del porno comercial en 2014 y ahora mantiene un buen ritmo de producción con la idea de empezar a dirigir escenas dentro de poco y convertirse, a la larga, en productora.