Reflexiones sobre la construcción del deseo desde el punto de vista de una actriz porno feminista
Definitivamente una de las preguntas que más me hacen cada vez que concedo una entrevista es: ¿Como feminista, qué tal te sientes apoyando un sistema patriarcal como es la pornografía? ¿Es realmente posible ser feminista y aparecer en películas X?. Sí, es posible.
Primero y antes de nada, hagamos un repaso muy breve a los conceptos. El feminismo es un movimiento interdisciplinar que lucha contra los problemas generados por las desigualdades basadas en el género, identidad y sexo de una persona. Como históricamente vivimos en una sociedad patriarcal, son mayoritariamente las mujeres las que sufren esta carencia de equidad aunque otros colectivos (como los transexuales, las personas queer o los homosexuales, por ejemplo) también cargan con la misma losa.
Ahora que la base está clara, hay que mencionar que el feminismo no ha sido ni será una corriente homogénea sino que está en constante avance y evolución. Lo que las feministas de los años 60 creían a pies juntillas ha pasado por un proceso de revisión, y espero de corazón que dentro de treinta años las generaciones futuras hayan masticado y escupido muchas veces todo aquello que ahora damos por sentado. Dentro del feminismo existen diferentes corrientes, como el feminismo socialista o el ecofeminismo.
La variante en la que yo me englobo se llama «pro-sex». En resumidas cuentas esta vertiente entiende que la libertad sexual es una parte muy importante de nuestros derechos como seres humanos y un terreno que las mujeres todavía tenemos que reconquistar ya que hemos vivido siglos de represión en los que se nos ha hecho sentir culpables por nuestra sexualidad y nuestros deseos. Básicamente el feminismo pro sex nos enseña que cada una de nosotras somos libres de hacer lo que creamos con nuestro propio cuerpo, desde prostituirnos a convertirnos en actrices porno. La autonomía sexual se entiende como símbolo de empoderamiento, y es una manera de recuperar el control sobre nuestra sexualidad. (Para quien todavía tenga dudas sobre las diferencias entre empoderamiento y objetificación sexual, por aquí un cómic de Ronnie Ritchie, en inglés, que lo explica perfectamente).
Ahora bien, el problema viene cuando un tanto por ciento muy grande de las representaciones sexuales que se hacen dentro de la pornografía están basadas en ideas heteropatriarcales. El hombre es representado como un macho alfa seductor y poderoso mientras que la mujer es la chica fácil, ninfómana y un poco tontita. La fantasía sexual está siempre orientada hacia el deseo masculino de un hombre blanco, hetero y occidental. El mejor ejemplo de esto son las películas de «lesbianas» con las que ninguna mujer a la que le gustan las mujeres se sentiría representada. No, el sexo real entre mujeres de verdad no suele incluir dildos dobles ni tijeritas ¡Sorpresa!
¿Cómo puedo compaginar mi actuación en pantalla con mi pensamiento feminista? La respuesta es muy sencilla: porque me pone. Las fantasías heteropatriarcales me ponen cachonda.
Es en este momento cuando mi pensamiento feminista chirría, y me pregunto a mi misma qué narices hago grabando este tipo de cosas que no me representan como mujer. En mi vida tras las cámaras no soy un sujeto pasivo, ni me acuesto con el primero que pasa por delante ¿Cómo puedo compaginar mi actuación en pantalla con mi pensamiento feminista? La respuesta es muy sencilla: porque me pone. Las fantasías heteropatriarcales me ponen cachonda. Esta afirmación supuso una epifanía interna, y un aluvión de pensamientos negativos dentro de mi cabeza. Sentía como si estuviese traicionando mis ideales con algo sobre lo que no tengo ningún control: mi propio deseo, mi imaginación y el abanico de cosas que hacen que moje las bragas.
Acepto y comprendo que parte de mi deseo no concuerda con los ideales feministas que profeso ya que son el resultado de la sociedad en la que vivo. No me siento culpable por tener fantasías heteropatriarcales, sino que las disfruto comprendiendo de dónde proceden.
Personalmente pienso que castrar el deseo e intentar orientar tus gustos sólo lleva a frustraciones y sentimientos destructivos así que no me quedó otra que acoger con los brazos abiertos mis fantasías heteropatriarcales. En este momento acepto y comprendo que parte de mi deseo no concuerda con los ideales feministas que profeso ya que son el resultado de la sociedad en la que vivo. No me siento culpable por tener fantasías heteropatriarcales, sino que las disfruto comprendiendo de dónde proceden. Al fin y al cabo vivimos en una sociedad en la que por regla general, es el hombre quien ejerce la figura de poder. Ya que construimos nuestro deseo en base al conjunto de vivencias a las que estamos acostumbrados ¿Es tan descabellado tener fantasías que incluyan al hombre como una figura poderosa al mando de la situación? Y sobre todo ¿Debo sentirme mal por ello?
Citando a Clara Serra en su maravilloso texto Hegemonía y deseo, «no se entiende qué relevancia política podría tener confrontar los deseos mainstream con los deseos genuinamente feministas de algunas de nosotras, más allá de un ejercicio de mera autoafirmación. Más aun cuando ninguna mujer –tampoco las feministas- decidimos lo que deseamos. […] Las fantasías son construcciones sociales y, como tales, efecto de un mundo en el que se dan determinadas relaciones de poder. ¿Significa esto que debemos transformar nuestras fantasías para cambiar el mundo? ¿Es una tarea política feminista modificar deseos?»
Por mi parte me he reconciliado con mis fantasías y disfruto grabando pornografía mainstream. Eso sí, siempre intento poner un granito de arena para demostrar dentro del porno más normativo que hay otra manera de entender la sexualidad, ya sea declarando abiertamente en mis escenas que disfruto con situaciones y prácticas que lamentablemente están estigmatizadas dentro de la industria mainstream (lluvias doradas, BDSM, sexo con transexuales…) como intentando presentar un modelo de belleza natural, con el que personalmente me siento más identificada (rodando sin maquillaje, o sin estar depilada, llevando mis gafas…). Y por supuesto alzando la voz cada vez que concedo una entrevista o escribo un artículo.
Aunque una parte de la industria va a seguir reforzando los ideales heteropatriarcales, entre todos podemos ayudar a que más compañías y productoras que graban porno ético salgan hacia delante y aporten nuevas visiones de la representación sexual. No estoy en contra del porno mainstream, pero si me gustaría que existiesen más opciones con las que otras partes de mi deseo se sintiesen reconciliadas. Por ejemplo con escenas de sexo lésbico real, vídeos que incluyesen hombres bisexuales o situaciones más verosímiles que a las que nos tiene el porno acostumbrados.
¿Es legítimo tener fantasías heteropatriarcales siendo feminista? ¿Debemos intentar modificar nuestros deseos si estos no concuerdan con nuestros ideales?
Este es un debate abierto y ni yo misma tengo cuál es la respuesta, pero me parece interesante abrir la puerta y que entre todos y todas podamos compartir nuestras opiniones al respecto. ¿Es legítimo tener fantasías heteropatriarcales siendo feminista? ¿Debemos intentar modificar nuestros deseos si estos no concuerdan con nuestros ideales? ¿Cómo podemos hacer que la industria X presente otras visiones de la sexualidad? ¡Espero vuestros comentarios!
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