Quizá la forma en que mejor se disfruta la presencia de Liza del Sierra es cuando por exigencias de guion a la irresistible francesita de monumental culazo le toca embadurnarse de aceite. La combinación oleosa de sus curvas perfectas y su actitud apasionada y activa la convierten casi en una escultura de bronce que vive y respira y segrega sexo, una autómata orgánica diseñada para follar. Esto lo sabe bien Danny Dong y por eso la invitó al sofá de Big Wet Butts, adecuadamente tapizado a prueba de fluidos y experimentos aceitosos.

Comentarios