«Es curioso que los colores del mundo real sólo parecen verdaderos cuando los ‘videamos’ en una pantalla». —Alex DeLarge, «La naranja mecánica».
Una actriz X, sea la máxima estrella porno del momento o una tímida debutante, se encuentra sentada en un sofá tan colorido como la lencería que luce. En la breve entrevista Mike le pregunta: ¿qué es lo que pasará hoy? La sonriente chica responde: seré follada por el culo. Corte a final de la escena. La chica claramente más relajada y desinhibida luce más sonriente ante la cámara; La máscara de pestañas se le ha barrido, tiene el cabello revuelto, algunos de esos cabellos se le adhieren a la cara por la saliva, sudor y semen que ahora la cubren y le gotean a los pechos y las piernas. Habla de, según ella, cuánto ha disfrutado y le agradece a Mike por la escena.
La convención es la misma básicamente en todas y cada una de las escenas de Mike Adriano; odiado por muchos y alabado por otros. Resulta llamativo que algo como un actor porno resulte motivo de polémica entre los entusiastas del cine para adultos. Lo que no puede negarse es que se ha hecho de un lugar importante y que resulta rentable en la industria, ya sea para productoras o para sus propios sitios de internet.
Sus repetitivos videos, si son narrados fríamente como lo hice al comienzo de este texto resultan increíblemente simplistas y esa es probablemente la razón de su éxito. Mike es uno de los productos más estilizados del porno de esta época, para bien y para mal.
Diferente de las grandes productoras, que se dedican a pretender ubicar la escena en un guion dramatizado (porno a fin de cuentas, no busquemos a Shakespeare aquí) o las productoras de internet, tipo Bangbros, Reality Kings o Brazzers que aún se preocupan por pensar en locaciones y situaciones que «lleven a».
Mike, en cambio, ha condensado todo su universo pornófilo en un apartamento con patio, todas sus herramientas en una caminadora de banda, aceite y guantes y todos sus motivos en anos. Se vuelve aún más particular en la forma; los grandes angulares e iluminación digna del interior de un quirófano. La progresión de la escena ronda del plano general al close-up exagerado sin básicamente ninguna intervención de cortes; primero vemos el físico completo de la actriz que posa de pie, cuando camina la cámara le sigue, enfocando el andar únicamente de sus nalgas, cuando se detiene la toma vuelve a abrirse.
Este variar de planos comienza a ralentizar para finalmente ceder; tanto Mike como su compañera de set desaparecen, el marco de referencia se pierde y todo se reduce a orificios y falo que interactúan como entes independientes. La hiperrealidad golpea la vista con esos colores saturados de los cojines, muros y sillas; en lo kitsch y sin sentido en los muebles de la habitación, que sólo son preparación visual para igualarse con los aceitados chapoteos de nalgas rebotando; el rosado reluciente de los limpios pliegues internos del recto y vagina de… ¿de qué actriz se trataba? Pareciera que es lo que menos le interesa a Mike.
Su obsesión por los rectos culmina en tomas que descontextualizan incluso al propio porno y que parecieran más pertinentes a estudios ginecológicos/proctológicos ¿Qué hay que mostrar cuando ya no se puede ser más explícito? Tal vez ya encontró una solución para esa pregunta.
«Eres un pervertido», le dice una gratamente sorprendida Valentina Nappi durante una escena, disponiéndose a succionar el pene que hace unos segundos sacó de su recto. La saliva que gotea en el lente de la cámara parece líquido de utilería, el fluido que sale de los pliegues rectales con cierta coloración amarillenta también. Mike pretende simular que expulsa litros de semen en la garganta de su compañera; ella hace arcadas, lagrimea y secreta moco por la nariz, en realidad debe haber sólo algunas de las míseras gotas que acostumbra secretar con esfuerzo, por eso ya no eyacula en la cara de nadie. El porno podría ser un trabajo de arduo desempeño físico pero no para Mike; lo único que debe hacer es sentarse y en ocasiones alternar algunas posturas, debe ser el actor que menos se mueve en toda la industria, no necesita ser Peter North.
«El detalle y el fragmento», «el ritmo y la repetición» de la posmodernidad exaltado en porno: el reverso de las cajas de sus DVD’s tienen un muestrario de todos los anos que participan en la película en turno ¿cuál de todos esos será de Mandy Muse? ¿Y el de Riley Reid? ¿Y dónde estará el de Valentina Nappi? Es mi actriz favorita, pero no logro distinguirlo.
Sus videos son el «amateur» pasado a equipo profesional; con vulvas, gargantas y anos profesionales. Porno de close-up; de nicho, de fetiche, de sello personal, porno de autor, quién lo diría.
La agenda está a reventar; no se da abasto con todas las starlets en espera de trabajar con él para ser reconocidas ¿para qué habría de buscar locaciones? Sentado en su colorido patio tiene un lugar asegurado en el interior los rectos más codiciados del momento, ha llegado a la cima. Y es que…efectivamente, Mike es uno de los productos más estilizados del porno de esta época, para bien y para mal.
La cámara se aleja de nuevo; la chica es muy bonita, de hecho ¡es bellísima!… pero bueno, qué más da, en cinco días hay nuevo video.
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