He estado a punto de integrar a la amiga Piper Blush en nuestra ya imponente selección de felatrices amateur de alto rendimiento, esa sección titulada Maestras de la mamada, pero creo que lo de esta guapísima canadiense va más allá de eso. Lo suyo no es maestría: es casi devoción religiosa. Solo hay que ver la aparente fascinación con la que trata y observa el pene de su pareja, un punto de curiosidad que suele ser frecuente en las chicas pero que Piper lleva hasta límites inauditos. Casi parece obsesionada con el rabo de su novio, como en aquel relato de Quim Monzó en el que un hombre acaba poniéndose celoso de su propia polla. Y es que Piper es una mamadora profesional cuyo talento ha ido incluso más allá de sus vídeos amateur, llevándola a participar en rodajes especializados para The Art of Blowjob.
La devoción por las pollas de Piper Blush
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