Larry Flynt, el hombre que creó el primer gran imperio porno a base de publicaciones obscenas, clubes de striptease y sexshops —todo pivotando en torno a la revista Hustler—, y que pasó décadas luchando como defensor de la libertad de prensa, falleció ayer a los 78 años en su casa de Los Ángeles.
Héroe para muchos y diablo personificado para la triada de feministas, predicadores de la moral, jueces y jurados, a Larry Flynt se le puede acusar de obsceno y viejo cabrón que durante décadas solo se dedicó a mostrar fotos a todo color de coños abiertos de par en par, así como de retratar a mujeres desnudas en poses degradantes, pero no hay que olvidar que el bueno de Larry también fue aladid de la libertad; en 2017 se hizo con una página completa del Washington Post en la que ofrecía 10 millones de dólares a todo aquel que proporcionara información que pudiera conducir a juicio al presidente Donald Trump. Años antes fue defensor del matrimonio gay, detractor de la pena de muerte, y activista contra la invasión de Irak de 2003.
Sin duda la portada más polémica y la que supo recoger los enigmas de Hustler —satírica, cachonda, perversa e inmoral— retrataba a una mujer metida en una trituradora de carne junto a una cita del propio Larry Flynt: «Ya no colgaremos a las mujeres como trozos de carne». Todo una coña, ya que durante los siguientes 40 años Hustler siguió publicando y la portada no era más que una respuesta directa a las críticas que la pornografía sufrió en la década de los 70. Descanse en paz.
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