Que Jessie Rogers sea una dulce jovencita adicta al sexo con el clítoris en el ano y cierto afán de pollas grandes en principio podría ponerla lejos del alcance de una diva lesbiana como Molly Cavalli, una mujer que en ocho años de carrera jamás ha aceptado ceder su cuerpazo de medidas perfectas a un hombre mientras estuviese una cámara presente. Por suerte los caminos del porno son inescrutables, y el departamento de recursos humanos de Muffia ha tenido a bien conseguir que ambas diosas compartan set en una escena lésbica que tiene más valor por nombres que por intensidad. Desde luego con esos culos de órdago algo más podría haberse hecho.
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