Entre las múltiples virtudes que puede tener una maestra de la mamada es algo que no tiene relación con el ritmo, la succión, la presión, la mirada, la velocidad o el uso de la lengua. Hay mujeres que sencillamente poseen un físico privilegiado para esta tarea, una mezcla de belleza y morbo que destruye la concentración de cualquiera que se proponga hacerse el macho y aguantar. Alguna de ese estilo hemos publicado, aunque no hay muchas, y la de hoy es un ejemplo absolutamente arrebatador.
Por cierto, si alguien sabe quién es, somos todo oídos.
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