Últimamente hemos hablado mucho del edging como práctica sadomasoquista: mujeres que niegan el orgasmo a hombres hasta que el asunto cae por su propio peso. Pero también existe una modalidad autónoma: el uso del edging, el detener la estimulación justo a las puertas del orgasmo de forma que expulsemos algo del llamado líquido preseminal y podamos seguir bombeando en cuestión de segundos sin sufrir el período refractario.
Esa es precisamente la razón por la que nunca suele verse a Mike Adriano expulsando chorrazos como cualquier otro compañero de profesión: el maestro culero siempre intenta alargar sus escenas utilizando esta técnica; una leve corrida casi transparente que le permite seguir adelante y disminuye, obviamente, el lechazo que pone fin al polvo. Esta recopilación en dos partes ilustra perfectamente su afición a este tipo de práctica.
Comentarios