Ya habían estado juntos en un par de ocasiones, y diría que la química no fue de las que le chamuscan a uno las cejas pero tampoco parecían entenderse nada mal. Eso sí: por aquel entonces Anna Bell Peaks aún mantenía el veto en su orificio trasero, y en cada aproximación que de Mike Adriano se palpaba la tensión, el anhelo de lo prohibido, el deseo de algo tan cerca pero tan lejos a la vez. Ahora ya podemos añadir otra muesca al revólver de realizador californiano: en Deep in That Ass #4 de Evil Angel, la hermosísima pin-up de 36 años cede por fin su tesoro más preciado al sommelier de los culos.
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