Comentábamos no hace mucho que Michelle Anthony había manifestado públicamente que estaba pasando por apuros económicos a causa del Covid-19, pero parece ser que el flujo de escenas de Michelle va aumentando poco a poco. Y es que la imagen de esta joven de 20 años vende en un negocio como el porno: cuerpo atlético, piel blanca y tersa, y un rostro tan cándido e inocente que resulta hasta pecaminoso verla en los menesteres propios del oficio. Hablando en plata y sin guiarnos por la corrección política tan en boga en nuestros días, Michelle representa fielmente a la típica adolescente con uniforme de colegiala que, de camino de regreso de la escuela a casa, va poniendo palote a maromos que le doblan, triplican y cuadruplican la edad.
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