Encarnadas por la joven Jaelyn Fox y la no tan joven Darryl Hanah, una madre y una hija con ciertos problemas de espacio personal e intimidad terminan de un plumazo con las disputas y las broncas cuando el novio de la chica acude a cortejarla. La conclusión, después de que la madre muestre un despliegue diplomático que ya lo quisiera Trinidad Jiménez, es la mar de sencilla: compartir al afortunado muchacho (Matt Hazard) en un trío antológico.
Por cierto, aquellos lectores que, además de al porno, también dediquen parte de sus obsesiones de ocio a los videojuegos quizá se les salte una lagrimilla de nostalgia nada más empezar la escena al ver una añorada Sega Dreamcast reposando entre las pertenencias de la muchacha.
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