Aún permanece en el imaginario colectivo aquella tórrida secuencia sexual entre Jack Nicholson y Jessica Lange sobre una mesa llena de harina. Me refiero, por su puesto, a la famosa escena de “El Cartero siempre llama dos veces”, un clásico del cine negro. Tal película viene al caso, puesto que en la siguiente entrega de Reality Kings también se recurre a la harina como elemento presente a lo largo del metraje; una fusión entre placeres sexuales y culinarios, donde la harina es el invitado ideal para que suba la temperatura mientras la tetuta novata Payton Preslee y Van Wylde están con las manos en la masa.
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